LIMA.- Para qué esperar más. La cosa está dicha, finiquitada, ni Dios podrá cambiar los resultados. El Perú, o mejor dicho, los peruanos decidieron por dos opciones: Ollanta y Keiko. Algunos están que rasgan sus vestiduras y su ropa interior, otros se arañan el rostro, otros celebran con delirio y otros sólo quieren que esto termine de una buena vez.
Quedan 30 días y no se trata de elegir entre el cáncer o el sida, como Mario Vargas Llosa lo dijo. No. Se trata de respetar la voluntad de la población. ¿Eso no es democracia? Hemos tenido 11 candidatos, luego 10, y ahora 2. ¿No que la voz del pueblo es la voz de Dios?
Seguro que ahora primará aquella fórmula perfecta para sentirse bien al momento de elegir. Claro, el mal menor. ¿Y quién es el mal menor? He ahí el dilema.
Cabe precisar además aquella frase añeja que dice. "Cada pueblo se merece los gobernantes que tiene".
0 comentarios:
Publicar un comentario