8/14/2011


LA LIBERTAD.- A Víctor Carbajal, modesto hombre de trabajo, la vida le sabe amarga. Ayer, cuando se encontraba en su domicilio de la cuadra 1 de Dos de Mayo, en Pacasmayo, recibió la peor noticia que le hayan dado hasta ahora, la más amarga y dolorosa de todas cuantas ha escuchado en vida. A eso de las 7:15 a.m., le dijeron que Alejandra y Victoria, sus dos niñas, habían muerto. En efecto, las menores (de 13 y 12 años, respectivamente) fallecieron luego que la station wagon en la que se dirigían a su colegio en San Pedro de Lloc se estrellara contra un ómnibus de Tepsa. Junto a ellas murió también Maricielo Cabanillas, otra escolar que, como ellas, estudiaba en la Institución Educativa Particular Latino.

Las tres eran bien amigas, inseparables, se conocían del barrio y en el colegio siempre andaban juntas. Alejandra y Victoria veían en Maricielo a una hermana más, quizá por eso Víctor, con el rostro empapado de lágrimas, expresó que había perdido a tres hijas en el accidente.

Esto mismo le dijo al padre de Maricielo, un expolicía que también se encuentra con el alma destrozada en mil pedazos. Ambos se abrazaron con fuerza frente a los cuerpos inertes de las menores, intentando buscar una explicación para tanta desgracia.

Tal como hemos informado ya, el fatal episodio, que ha enlutado a toda la provincia, sucedió a las 7:00 de ayer, en el kilómetro 678 de la Panamericana, a la altura del sector conocido como “Cruce El Milagro”.

Minutos antes, Víctor se despidió de sus niñas y las embarcó en el carro que solía llevarlas a diario a su centro de estudios. Como era costumbre, Victoria y Alejandra se acomodaron en el asiento de atrás, junto a Maricielo.
LA TRAGEDIA
La station wagon (placa TGY 871, de la empresa de transportes “Nuestra Señora de Guadalupe”) partió hacía San Pedro con dos niños más, los hermanos Pedro Luís y Pedro Fabián Azañedo Tintinapán, de 13 y 8 años, que iban en el asiento delantero.

De acuerdo con lo investigado hasta ahora por la Policía, el chofer de la Station, Julio César Solórzano, giró el volante hacia la izquierda y pisó el acelerador para rebasar a un vehículo que iba delante de él, sin embargo, al intentar esta maniobra (que incluía, obviamente, la invasión del otro carril), no se percató que en sentido contrario venía el Tepsa de placa UG 6818, conducido por Pascual Arco del Carpio, de 56 años.

Aunque el choque entre ambos vehículos era inminente, Solórzano intentó salir de la pista para impedir, de un modo y otro, la tragedia. Volvió a girar el volante hacia la izquierda, apuntando hacia el borde, pero no llegó a salir del todo. Al final, la parte trasera de su unidad fue impactada con violencia por el bus. Las niñas murieron en el acto.

MAMITA DESTROZADA
Al cierre de edición, los restos de Alejandra y Victoria venían siendo velados en su domicilio y serán sepultados el domingo en el cementerio de Pacasmayo. Hoy (sábado) en la mañana, ambos féretros (además del de Maricielo) fueron llevados al colegio Latino para un homenaje póstumo. Ahí, sus compañeritas protagonizaron desgarradoras escenas de dolor. Ellas no podían asimilar aún que ninguna de las tres volverá a clases el lunes por la mañana.

De otro lado, la madre de las hermanas llegó ayer en la noche para participar del sepelio. Según se supo, ella vive en Lima, donde trabaja como profesora. “Este año ganó una plaza del Estado y tuvo que ir para allá para poder sacar adelante a sus niñas. Ambas eran su adoración”, comentó un pariente.

De los hermanos Azañedo Tilvinapón se sabe que se recuperan satisfactoriamente de sus heridas.

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