TRUJILLO.- Un desalmado sicario de ‘La Jauría’ habría sido el autor del disparo que el domingo en la madrugada acabó con la vida de Javier Servando Llanos Gutiérrez, de 19 años. A esta conclusión llegaron los agentes que investigan el caso, luego de interrogar a los testigos de tan salvaje hecho.
En cuanto a la identidad del homicida, no se ha adelantado nada aún, solo que su alias en los bajos fondos sería ‘Potasho’, y que el del domingo no sería su primer asesinato, al contrario, sería solo uno más de los tantos que va ejecutando en el distrito. Asimismo, se sabe que habría actuado en complicidad con un tal ‘Frank’. Al cierre de edición, ambos delincuentes eran intensamente buscados por la Policía, debido a su extrema peligrosidad.
Ahora, en cuanto a las móviles del crimen, se maneja todavía la hipótesis de que a Llanos lo mataron por salir en defensa de uno de sus amigos de barrio. Libre de antecedentes policiales o judiciales, no hay por ahora otra posibilidad que explique por qué le arrebataron la vida al desafortunado muchacho.
En resumidas cuentas, a Llanos le habrían disparado por meterse en lío ajeno. Sobre el amigo en cuestión, es decir, aquel que habría propiciado la gresca, tampoco se ha alcanzado mayores detalles, pero trascendió que los investigadores se encuentran en la búsqueda de un tal ‘Duro’, que estuvo con él en la fiesta. Para los agentes, el testimonio de ‘Duro’ será determinante.
NOCHE VIOLENTA
Tal como informamos en nuestra edición de ayer, el asesinato de Llanos se produjo a la 1:45 a.m. del domingo, en la avenida 22 de Febrero, La Esperanza. Antes de morir, el joven vigilante (trabajaba custodiando casas en la avenida del Ejército), estuvo una fiesta de ‘palo cilulo’, tomando cerveza desde temprano.
Parientes del muchacho contaron que este salió de su domicilio a eso de las 5:30 p.m. a visitar a su hermana y su abuelita (era huérfano de padre y madre), pero se desvió en el camino, luego de encontrarse con unos amigos.
Ya en la fiesta, se reunió con otros jóvenes más, entre ellos ‘Duro’, y empezó a destapar una botella tras otra. Hasta ahí, todo normal, pero pasada la medianoche, a primera hora del domingo, se desató el infierno y la balacera mortal.
No se sabe con exactitud las causas, el hecho es que ‘Duro’, bien entrado en copas, se tranzó a golpes con el grupo de ‘Potasho’ y ‘Frank’, aunque se presume que fueron estos quienes en realidad le habían buscado la pelea a él.
Al ver esto, Llanos decidió intervenir, pero hacerlo le costó caro. Obviamente no sabía que aquellos hombres eran unos avezados sicarios que podían acabar con su vida en el acto. Y eso fue precisamente lo que pasó.
En menos de lo que canta un gallo, la pelea pasó de los golpes a las balas.
Lo que la gente vio a continuación fue a Llanos correr por su vida, y a ‘Potasho’ y ‘Frank’ persiguiéndolo. La tenaz persecución terminó a las pocas cuadras, con Llanos tendido sobre el asfalto, ya muerto. Le habían perforado la cabeza de un balazo.
INVOCACIÓN
Los restos de Javier Servando Llanos Gutiérrez, quien era miembro de la iglesia mormona y aficionado al canto, vienen siendo velados en su domicilio de la manzana T de Los Laureles, en Florencia de Mora. Ahí, sus parientes invocaron a la solidaridad de los trujillanos y de las autoridades locales, pues no cuentan con los recursos para sepultarlo.
“Él era un chico muy trabajador; hace un mes empezó a cuidar casas en la avenida del Ejército, era vigilante, y el sábado fue su primer día libre. Antes trabajó de todo, como cobrador de combi, albañil... no se merecía lo que le han hecho”, comentó Katia, su única hermana.
Quien también sufre con lo ocurrido es María Gutiérrez, abuelita del muchacho. Y es que ella lo crió como un hijo más.
“Su madre murió cuando aún era chiquito, de una enfermedad incurable; tenía tres años, y su abuelita lo adoptó, se hizo caro de él; ella lo quería bastante, por eso le duele tremendamente esta pérdida”, comentó un allegado a la familia.
Por su parte, Jazmín, la joven viuda de Javier, se mostró sumamente afligida por haber perdido a su compañero. Ella, a sus 17 años, cursa aún el quinto de secundaria en el colegio Marcial Acharán, y por esas injusticias de la vida, ha quedado sola y al cuidado de su pequeña de siete meses de nacida. “Él me quería bastante; me ayudaba mucho”, alcanzó a decir, para luego sumar su voz al pedido de solidaridad. “No tenemos para el sepelio, por eso le invocamos al alcalde de nuestro distrito que, por favor, nos ayude”, invocó.
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