Lo asesinan en plena boda de su hermana

LA LIBERTAD.- “El asesino buscaba a uno de los invitados, no a mi hijo. Como mi hijo estaba con la chica que andaba con ese muchacho al que querían matar, lo confundieron y lo mataron…eso es lo que pasó”.

Luego de decir esto, Santos Quispe calla y suelta a llorar amargamente mientras el féretro con los restos de su hijo Ruperto Reyes Quispe ingresan a la humilde casa de El Porvenir.

Pero, ¿qué razones tenía aquel sicario para perpetrar el brutal asesinato en la puerta del local donde se realizaría una fiesta de matrimonio?

Los deudos afirman que los criminales sabían que su verdadera víctima era uno de los pajes de la novia y querían cobrar venganza pues el padre de este muchacho se negaba a pagar una extorsión.

BODA Y MUERTE

Quienes asistieron a la boda de María Reyes Quispe en la iglesia adventista del Sétimo Día ubicada en la cuadra 19 de la avenida José Faustino Sánchez Carrión, recuerdan que fuera había un misterioso auto Yaris color verde oscuro.

En su interior no viajaban invitados a la boda, sino un grupo de sicarios que seguían los pasos de su víctima; un muchacho de nombre Daniel U. –de unos 19 años de edad— que era nada menos que el paje de la novia.

Es decir, los asesinos ya habían decidido su muerte y sólo buscaban el momento preciso ejecutar el macabro plan.

Luego de la boda en la iglesia adventista, los familiares e invitados se dirigieron al local ‘El Señorial’ de la cuadra 12 de la calle Gabriel Aguilar, en El Porvenir, donde todo estaba dispuesto para la gran fiesta de matrimonio.

Lo que nadie sabía era que a cierta distancia estaban los criminales, vigilantes como una fiera que espera a su presa.

Cuando faltaba poco para las 8 p.m. y apenas 10 minutos para que lleguen los novios, el sicario decidió atacar.

En la puerta del local estaban algunos de los invitados, entre ellos el pastor de la iglesia, Marcos Reyes y su hermano menor Ruperto Reyes Quispe quien salía y entraba a cada momento con una de sus hermanas de religión de nombre Emily.

“Ruperto y yo estábamos recibiendo a los invitados al matrimonio de mi hermana cuando veo que viene caminando un muchacho. Mientras se acercaba lo vi levantarse un poco el polo para coger un arma. Pensé que iba a asaltar a alguien…cuando se acercó más, levantó la mano y le disparó a mi hermano tres veces en la cabeza…yo vi cuando mataron a mi hermano”, relata entristecido Marcos Reyes.

El sicario que trataba de cubrir su rostro con una capucha para no ser reconocido, corrió, abordó el auto Yaris verde oscuro y escapó dejando en el suelo a Ruperto Reyes a quien las balas le perforaron la frente, el cuello y la oreja derecha.

Los novios fueron alertados de la tragedia vía teléfono. María llegó presurosa y desconsolada junto a su esposo sin poder creer que su hermano había sido asesinado de una manera tan brutal en el que se supone sería ‘el día más feliz de su vida’.

FATAL CONFUSIÓN

Santos Quispe repite una y otra vez que su hijo Ruperto no merecía morir así y está convencida que su homicidio fue consecuencia de un error.

Según su testimonio, el paje de su hija María era un amigo de la iglesia llamado Daniel de unos 19 años y quien se parece mucho a Ruperto.

Es más –agrega Santos—Daniel es muy amigo de Emily y siempre andaban juntos. Es sólo que el día del matrimonio, Emily decidió acompañar a Ruperto. “Por eso confundieron a mi hijo y lo mataron”, asegura sin dejar de llorar.

En cuanto a Daniel, Santos Quispe y su hijo Marcos Reyes aseguran es hijo de un fabricante de calzado que desde hace algunos meses es amenazado de muerte para obligarlo a pagar una extorsión.

“Tantas eran las amenazas que hasta vendieron su casa para mudarse a otro lado porque al fabricante de calzado le habían advertido que iban a matar a su hijo”, agrega Marcos.

Confusión o no, lo cierto es que este nuevo ataque de los extorsionadores y sicarios acabó con la vida de Ruperto Reyes, un muchacho que se dedicaba a vender libros, trabajo con el que se pagó sus estudios de administración en el Instituto Tecnológico del Norte y con el que se pagaba sus estudios del idioma chino mandarín.

“Mi hijo era quien nos ayudaba a mantener el hogar, su sueño era viajar a la China, por eso estudiaba ese idioma…ahora no tengo dinero ni para sepultarlo”, dice Santos Quispe y vuelve a llorar amargamente mientras se aferra fuertemente a la fotografía de Ruperto.