2/14/2012


TRUJILLO.- Lo acribillaron sin piedad. Seis balazos acabaron con su vida. Las arenas de las inmediaciones del mercado Leoncio Prado, en el asentamiento humano Manuel Seoane, en la parte alta de La Esperanza, se tiñeron de sangre en pocos segundos tras el feroz ataque que sufrió el ex presidiario que ahora hacía labores de guardián.

Eran la una de la madrugada de ayer, cuando Saúl Encarnación Caccha, de 31 años de edad, recibió seis certeros proyectiles, tres le perforaron el cráneo y los otros tres le impactaron en diferentes partes del cuerpo.

Su muerte fue instantánea. Los galenos del Hospital Regional Docente de Trujillo, a donde fue trasladado de inmediato, se limitaron a certificar su deceso.

Si bien su mismo padre, Luciano Encarnación Ballena, de 62 años, confirmó que Saúl estuvo internado en el penal El Milagro hace dos años, acusado de robo, en la actualidad había cambiado su vida, primando un interés de dar una mejor vida y ejemplo a sus cuatro hijos que deja en la orfandad.

“Trabajaba como zapatero y por las noches cuidaba el mercado (Leoncio Prado) que queda a media cuadra, ya no estaba metido en nada malo y se preocupaba mucho por sus hijos”, comentó su progenitor.

Reveló también don Luciano que Saúl en algún momento le dijo que un tal “Potasho” y su banda, de la parte alta de La Esperanza, pretendían que les pagase un cupo mensual, porque afirmaban que ganaba buen dinero.

“Estos sujetos querían que de su sueldo, mi hijo les diese mil 500 soles, ya que aseguraban que percibía 3 mil soles, lo cual era falso”, señaló el sexagenario.

En el vecindario de la víctima se respiraba ayer harta indignación por la forma tan cruel del crimen.

Según información de testigos, a Encarnación Caccha lo atacaron de frente, sin mediar palabra alguna. Los sicarios incluso habrían llegado hasta unos metros de su vivienda, ubicada en la manzana 19 lote 4 de Manuel Seoane, a pie. Y tras acribillarlo se retiraron de la misma manera.

Ayer, por la mañana, la sangre todavía estaba impregnada en la arena, mientras que su familia y vecinos esperaban al mediodía el cuerpo para velarlo y darle cristiana sepultura.

Saúl Encarnación deja cuatro hijos menores, un varón y tres mujercitas, y una esposa, Carmen Angulo, que llora desconsoladamente por su partida.

El mayor de sus descendientes tiene ya 15 años, mientras que la última sólo mes y medio. Los otros dos: 10 y 7 años.

El joven padre era el único sustento de la familia.

Doña Elena Soto de Encarnación, su mamá política que lo vio desde que tenía apenas 5 añitos de edad, quien sufre mucho por este hecho de sangre.

“Yo lo quería mucho, si bien era hijo de mi esposo, yo lo crié desde pequeño, y era cariñoso conmigo”, manifestó con mucho pesar.

A igual que don Luciano, Elena también pide justicia y que se capture a los asesinos.

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