TRUJILLO.- En noviembre
del 2013, Walter Manuel Contreras Ulloa (19), el joven fabricante de calzado
asesinado a balazos el miércoles, en una losa deportiva de El Porvenir, decidió
viajar a Lima para forjarse un futuro promisorio. Aquí se había dedicado a la
confección de sandalias para damas en el modesto taller de su madre, y allá
pensaba hacer lo mismo. Un pariente cercano, también fabricante, le había
prometido un puesto de trabajo.
Además, a
decir de sus hermanas, luego de instalarse en la capital, consiguió entrar a
Bata, la conocida cadena de tiendas. Parecía que las cosas iban a salirle bien
a Contreras, pero hoy, tres meses después de aquel viaje, está muerto. Un
sicario le metió tres balazos a quemarropa cuando jugaba fulbito con sus amigos
de barrio, a solo un par de cuadras de donde vivía.
El homicida,
por lo que han referido testigos, sería de ‘La Jauría’, la desalmada banda
criminal dedicada a la extorsión y al asesinato por encargo, y aunque por ahora
no se sabe su nombre, hay quienes aseguran que era de contextura gruesa, talla
baja, cabello ondulado y, para variar, tendría unos 16 o 17 años, es decir,
habría sido menor de edad, típico de los sicarios que operan en Trujillo.
El crimen se produjo a las 5:30 p.m., en
el alejado asentamiento humano Kumamoto. Contreras se reunió ahí con otros
jóvenes para jugarse unos cuantos partidos de fulbito con apuesta.
“Por lo que
sabemos, el asesino estaba sentado en las graderías, esperando para acercársele
y dispararle”, contó Kelly, una de las hermanas del muchacho. Y, en efecto, eso
mismo fue lo que pasó: el matón aguardó con paciencia el momento oportuno para
acabar con Contreras, y el momento llegó al final de uno de los encuentros (y
antes de que empiece otro). Cuando el desafortunado fabricante de calzado
recolectaba la apuesta entre sus amigos, el homicida caminó hacia él y, tras
apuntarle a la cabeza y decirle “hey, Maseta”, jaló del gatillo. Aquel primer
disparo dejó en el piso a Contreras.
Cuenta Kelly
que Maseta era el apelativo de su hermano. Le decían así por su contextura, que
era gruesa. Por eso los deudos no descartan que el sicario haya conocido de
cerca al muchacho, aunque los amigos del finado han asegurado que nunca antes
lo habían visto por ahí.
Ya en el
piso, el delincuente le disparó dos veces más a Contreras, para asegurarse de
que muera; luego corrió hacia una de las esquinas y subió a la moto de otro
individuo que aguardaba por él.
“Los otros
chicos intentaron agarrarlo para que no escape, pero él los amenazó con su
arma, por eso no pudieron hacerlo”, añadió Kelly.
Kelly y su
madre, Nelly Ulloa, se enteraron de lo ocurrido cuando se dirigían al centro.
Ellas se dedican a la venta ambulatoria de calzado en la avenida España, frente
a la Zona Franca.
“Él confeccionaba
las sandalias y nosotras las vendíamos. No era ningún vago, al contrario,
trabajaba, por eso nos sorprende que lo hayan matado”.
Luego de
enterarse de lo ocurrido, ambas se enrumbaron de regreso a Kumamoto, y al
llegar, unos veinte minutos después, encontraron ahí el cuerpo de su pariente.
Les pareció que aún estaba vivo, por lo que lo llevaron al Belén en un taxi.
Sin embargo,
ya la suerte estaba echada para el muchacho. Cuando los médicos del hospital lo
recibieron, dijeron que había llegado cadáver. La noticia, como resulta obvio,
le rompió el corazón a su madre.
Walter
Contreras había viajado pues a Lima para buscar trabajo. Y regresó para las
fiestas de fin de año. Quería pasar Navidad y Año Nuevo con su familia, pero
aquí cambió de planes y decidió ya no irse.
“Mi madre
nunca quiso que se vaya, por eso cuando vino, le pidió que se quedara. Además,
siempre había sido él quien hacía las sandalias, y al irse, se nos hizo difícil
continuar trabajando. Entonces se quedó con nosotras. No era un chico de
meterse en problemas, no era pandillero ni nada por el estilo, él en realidad
se dedicaba a la fabricación, por eso aún no podemos creer lo que ha pasado”,
comentó Kelly.
Los restos de
Contreras Ulloa vienen siendo velados en su domicilio, donde su familia espera,
además, que se le haga justicia.
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